COMUNICACIONES




> Volver

 

¿Recuerdas lo fácil que era ser respetuoso cuando eras un niño?


Las cosas no han cambiado tanto, así que, voy a recordarte lo que una persona respetuosa hace y no hace en la entidad ahora que eres adulto.

      • Cuando soy sencillo y no estoy alardeando lo que sé o lo que tengo. 

      • Si una persona llega y saluda, le respondo el saludo con la misma cordialidad.

      • Atiendo con amabilidad, igualdad y equidad a todas las personas en cualquier situación a través de mis palabras, gestos y actitudes, sin importar su condición social, económica, religiosa, étnica o de cualquier otro orden. ¡Soy amable todos los días, esa es la clave siempre!

      • Estoy abierto al diálogo y a la comprensión a pesar de perspectivas y opiniones distintas a las mías. No hay nada que no se pueda solucionar hablando y escuchando al otro.
 

Igual de claro es lo que no haces por ser un colaborador respetuoso.

      • Cuando no paso por encima de lo que sea con el fin de lograr mis objetivos económicos o de poder.

      • Nunca actúo de manera discriminatoria, grosera o hiriente, bajo ninguna circunstancia.

      • Jamás baso mis decisiones en presunciones, estereotipos o prejuicios.

      • No agredo, ignoro o maltrato de ninguna manera a los ciudadanos ni a otros servidores públicos.
 

¿Fácil no? Porque de niño lo aprendes y de adulto lo aplicas.