COMUNICACIONES




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¿Recuerdas lo fácil que era ser diligente cuando eras un niño?


Las cosas no han cambiado tanto, así que, voy a recordarte lo que una persona diligente hace y no hace en la entidad ahora que eres adulto.

      • Uso responsablemente los recursos públicos para cumplir con mis obligaciones. Lo público es de todos y no se desperdicia.

      • Cumplo con los tiempos estipulados para el logro de cada obligación laboral. A fin de cuentas, el tiempo de todos es oro.

      • Aseguro la calidad en cada uno de los productos que entrego bajo los estándares del servicio público. No se valen cosas a medias.

      • Siempre soy proactivo comunicando a tiempo propuestas para mejorar continuamente mi labor y la de mis compañeros de trabajo.

Igual de claro es lo que no haces por ser un colaborador diligente.

      • No malgasto ningún recurso público.

      • No postergo las decisiones, ni actividades que den solución a problemáticas ciudadanas o que hagan parte del funcionamiento de mi cargo. Hay cosas que sencillamente no se dejan para otro día.

      • No demuestro desinterés en mis actuaciones ante los ciudadanos y los demás servidores públicos.

      • No evado mis funciones y responsabilidades por ningún motivo.
 

¿Fácil no? Porque de niño lo aprendes y de adulto lo aplicas.