COMUNICACIONES




> Volver

 

¿Recuerdas lo fácil que era ser comprometido cuando eras un niño?


Las cosas no han cambiado tanto, así que, voy a recordarte lo que una persona comprometida hace y no hace en la entidad ahora que eres adulto.

      • Asumo mi papel como servidor público, entendiendo el valor de los compromisos y responsabilidades que he adquirido frente a la ciudadanía y al país.

      • Siempre estoy dispuesto a ponerme en los zapatos de las personas. Entender su contexto, necesidades y requerimientos es el fundamento de mi servicio y labor.

      • Escucho, atiendo y oriento a quien necesite cualquier información o guía en algún asunto público.

      • Estoy atento siempre que interactúo con otras personas, sin distracciones de ningún tipo.

      • Presto un servicio ágil, amable y de calidad.

Igual de claro es lo que no haces por ser un colaborador comprometido.

      • Nunca trabajo con una actitud negativa. No se vale afectar mi trabajo por no ponerle ganas a las cosas.

      • No llego nunca a pensar que mi trabajo como servidor es un “favor” que le hago la ciudadanía. Es un compromiso y un orgullo.

      • No asumo que mi trabajo como servidor irrelevante para la sociedad.

      •  Jamás ignoro a un ciudadano y sus inquietudes.
 

¿Fácil no? Porque de niño lo aprendes y de adulto lo aplicas.